Bailes

Recorte Romance

 

 

Romance del Conde Lara

La “Danza del Romance” parece tener un evidente origen cortesano cuya elegancia señorial trata de subrayar esta agrupación. Es sin duda uno de los contadísimos casos en España de romance tradicional, al mismo tiempo cantado y bailado. Se trata de uno de los romances más antiguos de la tradición oral, “El Romance del Conde Sol” que Menéndez  Pidal consagraría como “La Boda Estorbada”.

 

 

2 (683x1024)Picayos

Los picayos son netamente montañeses. Se bailan en distintos lugares de nuestra región, posiblemente desde el siglo XV. Se les puede considerar como una prolongación de los actos religiosos más solemnes y, sobre todo, como una participación más directa del pueblo en los actos litúrgicos para glorificar a la Virgen y honrar al Santo Patrono de su aldea. La danza se divide en 3 partes: la primera, es la salutación en la que se pide permiso a la Virgen para rendirle el homenaje del baile; la segunda, lo constituye el romance del panegírico al Santo y el canto termina con una despedida entre cortesía y aviso, costumbre muy típica de nuestros pueblos.

 

Baila de Ibio

Se trata de una coreografía montada por Matilde de la Torre en 1930. Esta basada en la «Danza de las Lanzas» bailada en la localidad de Ruiloba (Cantabria) y conserva el aire marcial de la misma, pero variando las figuras de la misma. La otra transformación que Matilde de la Torre introdujo en lo que, hasta aquel momento había sido exclusivamente una danza de hombres, fue el crear una «Baila de Ibio» femenina, cambiando los palos por otros más adornados e incluso por arcos de colores. Actualmente se baila mixta.

 

 

4 (1024x683)Trepeletré

El Trepeletré parece tomar carta de naturaleza en la comarca lebaniega, ese pequeño paraíso engarzado en los Picos de Europa. Se trata de un baile de pura diversión en el  que los saltos y vueltas se acompasan al propio sentido del canto, al son de panderetas y tarrañuelas. El texto esta lleno de ocurrencias a veces tan disparatadas como esta estrofa: “al estribillo madre al estribillo, que una pulga saltando rompió un ladrillo”. Los bailadores evolucionan con gracia, hasta con cierta picardía buscando pareja a su gusto.

 

 

Pericote

El baile del Pericote es un elemento festivo y alegre enraizado en los Picos de Europa. El acompañamiento aparentemente monótono encierra una gran viveza y gran fuerza rítmica, lo más común es que el soporte musical sea el tambor, voz y pandereta, también las castañuelas y en las fiestas de importancia el gaitero. Una de las particularidades del pericote es el que cada bailador se empareja con dos bailadoras al mismo tiempo. Se trata de entrecruzarse entre si en las evoluciones, de forma que cada uno intente conseguir pasar por el centro entre los otros dos compañeros.

 

 

Danza de Arcos

A pesar de las prohibiciones transcurridas durante la historia algunas danzas procesionales han sido conservadas hasta nosotros como es el caso de la danza de arcos. Los mozos, portadores de varas flexibles engalanadas con papeles de colores rizados de forma manual, danzaban al son de la dulzaina y el tambor encadenando una serie de figuras como, “abrir el corro”, “danza cerrada”, “danza abierta”, “tejida” o “engarzada”, “la culebra”, “la horca” y “la danza de arcos”. Un singular personaje que cautiva la atención del publico es “el zorromoco”. Se trata de una especie de bufón cuyo cometido principal es mantener un espacio suficiente  para los danzantes, trata de alejar a golpe de vejiga  a cualquier espectador que no respete los límites debidos. Hay zorromocos que en lugar de la vejiga empuñan un pequeño bastón o cetro en cuyo extremo se prolonga en un rabo de zorro.

 

Cintas

Parece ser que la danza de cintas tuvo una notable presencia en la zona oriental de la geografía cántabra. Aunque hay datos de que fue bailada también en La Madrid, La Revilla  y en Cabuérniga. Aunque no hay recogida una melodía utilizada para esta pieza, es habitual que se utilicen melodías distintas para diferenciar las fases que en el argot de los bailadores se identifican como hacer y deshacer cintas. Este tipo de bailes es muy extendido por otras regiones y otros países de Europa.

 

 

Palillos

La danza de palillos iniciaba muy de mañana las fiestas patronales en muchos lugares de la Cantabria oriental. Convocados  los mozos a toque de diana del dulzainero, comenzaban a bailar palillos y recorrían los barrios del pueblo, pidiendo de casa en casa y echando vivas a sus dueños. La danza en sí, diferenciada en dos partes, solía incluir como soporte melódico, en la segunda de ellas, el tema de la canción infantil “Mambrú se fue a la guerra”.

 

 

 

Cuevanuco

En el año 1941, el músico Antonio Guzmán Ricis, que realizó una gran labor de investigación del folclore, descubría en la Pernía palentina, en Lores, un interesante pericote y con él también un baile de rueda. Tomando como base sus partituras y diagramas de movimientos, el grupo de danzas de la sección femenina de Palencia los transformó en una nueva coreografía. Se le puso por nombre “el cuevanito” ya que el canto con el que se acompaña es un tema popular que cita a los pasiegos, así como algunos detalles singulares de su indumentaria como las chátaras y justamente el cuévano, que fue inmediatamente añadido al atuendo de las bailarinas. Los grupos de Cantabria no solo se sintieron atraídos por esta nueva pieza, sino que decidieron inmediatamente tomarla como propia. La letra que acompaña a la danza es la respuesta de una moza montañesa, no pasiega, a un auténtico «cuevanero», «chatarero», o «chatarucio», como se les llama a los pasiegos, aludiendo al cuévano y a las chátaras que van calzando.

 

 

Jotillas de Silió

Este baile es una recreación de una jota a lo pesado en la que se han utilizado diferentes pasos recogidos por las gentes de la montaña. Para ello se ha contado con la colaboración del prestigioso coreógrafo e investigador Juanjo Linares, que ha recogido en esta jota los pasos y figuras que bailaban su madre y su abuela en la cocina de la casa de esta última en Silió, unidos con otros pasos de origen montañés y castellano, dando lugar a esta animada jota. Esta comienza con figuras sencillas que se van complicando a medida que avanza la canción, la cual es entonada por las mujeres de la casa acompañadas de su pandereta, instrumento que no faltaba en ningún hogar y que hacían sonar con gran maestría.

 

 

La Rueda

Desde la zona de Campoo nos llega la llamada “danza de la rueda” que, aunque no hay documentos sobre su origen, se bailaba como comienzo de las romerías. Con ritmo ternario a modo de vals, en dos hileras de mozos frente a mozas y cantando la melodía…A bailar que ya pasa la rueda  y  has de bailar con soltura y compás…”, se van efectuando distintos juegos y combinaciones entre las parejas. Antiguamente este baile era interpretado con dos instrumentos tocados al mismo tiempo por un mismo individuo, el silbu y el tamboril. Uno de los más famosos intérpretes de la melodía que motiva el baile, era el “tío Titoson”, que así apodaban a Jerónimo de la Vega, del pueblo de Izara, con el pitu y la zambomba daba un ritmo muy marcado y acompasado para que diera lugar a que las parejas de desplazasen de forma circular, de donde procede el nombre del baile. Ya en las primeras décadas del siglo XX, se ha venido utilizando también la pandereta y el requinto con el tambor.

 

 

Jotas Montañesas

El ritmo de la “jota montañesa” queda inevitablemente unido a la añoranza de un tiempo pasado. Bailadas a la luz del candil en las cocinas de lumbre en el suelo, al son junto con la voz, de la pandereta o el rabel en las hilas de invierno, como se recuerda en el valle de Polaciones, con el canto de la pandereta acompañada también por el tambor tal como es el estilo de “Liébana”  o al son de los músicos en jornada de fiesta, bien con gaitero o con piteros de requinto o de dulzaina. Primero a lo bajo o a lo pesao en un movimiento mas bien reposado. Será después la alegría a lo ligero que también se dice a lo mudao, por permitirse entonces mudar de pareja, quitársela unos a otros, metiéndose los bailadores entre los dos para tomarse el relevo.